viernes, julio 24, 2009

Espejo.

De pié frente al espejo.

El cabello, la mirada, la sonrisa, la ropa. Todo parece diferente. Es increible que aún pueda identificarme en el reflejo del espejo de mi cuarto. Me recordaba diferente. Un poco más sonriente, un poco menos luminoso.

Triste y antipático. Ahora sólo alguna de las dos. Mi sobrino dice que los espejos no mienten, yo le creo.

Una imagen vagabundera que se pasea ligeramente entre mis ojos. Lo que me acuerdo de mí ¡que lindo era! Entre mis ojos marrón se asoma una mirada tierna, amenazante,... penetrante. Una imagen del otro lado del espejo que no hubico a qué lugar pertenece, de dónde viene y dónde estará en poco tiempo o ayer.

Pensativo,... pensativo... ¡claro!

La luz no cambia, el espejo no cambia, el reflejo no cambia. Quizá, aquello que cambia es lo que hay al frente. Lejano, reflexivo, ecuánime. Nada que no sea diferente a lo que esperaba encontrar.

Pobre imagen, pobre espejo. ¿Que culpa tiene él? Sólo hace lo que sabe hacer. Me irrita y me dice que me vaya. Me solapa, me conciente, me dice que me quede. Detrás del espejo o al frente sólo quedan luces y algo de ruido. La noche, el día, terroríficos vicios. ¡Que vicios!

El espejo me habla y me dice que ese, quién mira de pié frente a él, soy yo.