lunes, noviembre 23, 2009


Los amorosos no callan

Los amorosos no callan, gritán. Gritan a toda voz contra el viento. Gritan haciendo uso de las palabras o de las letras, o de los murmullos, pero no callan.

Los amorosos son los seres llenos de luz, o de tormenta, o de oscuridad. Salen corriendo en medio del día o de la noche buscando al amor; buscando y encontrando. Lo buscan detrás de las rocas, o en medio de los ríos, o detrás de una sonrisa.

Los amorosos no callan.

Los amorosos caminan de dos en dos aunque vayan solos. Los amorosos besan al ser amado, sonríen, dan vueltas y tumbos buscando a la felicidad; la llaman por su nombre, o por tu nombre, o por un nombre; quiza, por nuestro nombre.

El amor no es el silencio más fino, al contrario: el amor es el secreto, la pauta, la señal. Aquella que se mira y canta a voces ligeras entre los ojos y entre la piel. Hace ruido, revuelve los pensamiento e inquieta al corazón, haciendo que este dé brincos y saltos de cualquier forma menos de manera discreta.

El amor duerme tranquilo y en medio de nuestros sueños se despierta para llamarnos por nuestros nombres y llevarnos lejos, lejos, lejos. Allá donde las voces suenan, quizá, en medio de suspiro, o del correr del agua, o del soplar del viento, o de aquellas palabras mezcladas entre letras que son un ligero tintineo que sólo quiere ser escuchado.

El amor es tembloroso. Nos hace rechinar los labios, nos hace crujir el estómago mientras damos vueltas con la mirada buscando el mismo perfume y la misma sonrisa. Cae el lápiz, la pluma, el café o todo junto y es capaz de orquestar un lindo coro de caras rojas y miradas bajas. Sube la temperatura y todo, absolutamente todo parece desaparecer.

Los amorosos no olvidan, sólo recuerdan. Viven imaginando un mundo donde el silencio es posible y así, ellos pueden callar. Pero no es así, los recuerdos permanecen y van y vienen y descansan tranquilos bajo sus pies, acurrucándose y buscando el momento justo para salir en forma de besos, de sonrisas o abrazos.

Los amorosos no sienten: viven. Cada momento, cada día y cada minuto es la misma vida que se les escurre entre los dedos. Cada suspiro es un instante más que les acerca a los brazos del amor, o del desprecio, o del infortunio.

Los amorosos no callan: lloran. Lloran dentro de ellos mismos, o por fuera, o por todos lados, cuando descubren que les duele el corazón o cuando el amor se va lejos, o se ha ido, o regresa. Escurren sus lágrimas y en su camino se encuentran o una sonrisa o un rostro lleno de tristeza.

Durante las noches el amor se escucha arrastrándose y escurriéndose entre las ventanas y las cortinas; se desliza y entre las sábanas se desvanece. Es este, y no otro, aquel que rompe con el silencio de la noche. Y de pronto el silencio se transforma en ruidos, en rechinidos y en el agotador sonido del sudor que escurre entre los cuerpos y se pega a las paredes y a las cortinas formando sombras y siluetas que permanecen ahí para siempre.

Los amorosos, pese a todo lo que se crea, no son humanos. Son seres divinos que cantan en coro y a una voz; que se aman, que se extrañan, que se crean y se destruyen y que nunca, nunca serán silenciados.

Que tengas un hermoso y lindo día.

lunes, octubre 05, 2009

El mes... o casi.

1.¿Es importante comer?
2. maltratado.?
3. perfume.over.!
4. recordando.viejos.tiempos.!
5. iterativo
6. oracle.day.
7. perdido.hambriento.enjaulado.!
8. escape.matutino.!
9. propuestas.
10. apretado.
11. SCHEIßE.!
12. Vuelve la primavera.
13. miss.understand.!
14. entulipandroso.
15 8+1
16. invítame.un.café.
17. panecitos.
18. reuse=|=cut&paste.!
19. very.irresistible
20. ya me perdonas?

sábado, septiembre 19, 2009

Fresas y limones.

Desde aquel día Barcelona ha cambiado mucho. Con sus grandes ojos cafés y su mirada más serena Barcelona camina entre la malesa de la noche. Sus pasos firmes y controlados allá, perdidos en la lejanía de un suelo seco y ruidoso; un viejo pantalón roto, unas botas negras y una hermosa chamarra de piel son lo único que necesita para esta noche.

A sus veinte años es considerado por los lejanos observadores como un poderoso tirano y un despiadado asesino; aquellos más cercanos lo miran como contemplando un cuadro surrealista esquizofrénico de un pintor ciego. Cada parte de él está alejada la una de la otra. Cada pequeño destello de cordura es sólo un pretexto más para pensar e indagar un poco más sobre él.
Esta noche, como la mayoría, luce tranquilo. Camina lejano en medio de una calle abandonada hacia una pequeña casa en la que sólo luce el destello de una lámpara de aceite que arde en la entrada. Ahí dentro se mueven sombras y camina gente de un lado hacia otro formando imágenes de calaveras que sobresalen entre las cortinas.

Al llegar a la puerta de aquella casa Barcelona se detuvo un instante. Miró una pequeña puerta de madera desgastada que era la entrada de una casa que a la luz de la noche había perdido casi cualquier rastro de color. Pequeña, hecha con adobe de color rojo y perdida en medio de pasto y maleza, la casa se sostenía en pié casi orgullosa y resignada.

(toc, toc...) Se escucha el golpear de una ligera mano sobre la puerta, es él llamando. Se abre la puerta y una mujer lo recibe.

-Buenas noches-. Ella lo miró y pudo notar el cansancio que lo acompañaba.- ¿Te ha sido difícil el camino? Luces algo cansado- Es la ligera voz de una mujer de veinte años.

-Tan cansado como siempre-. La voz ronca de Barcelona le responde como si nadie hubiera preguntado. En seguida dió unos pasos adelante, se quitó la chamarra de piel y la colocó sobre un viejo sofá en el fondo de la sala.

-Te he extrañado mucho, bueno, más bien a... ya sabes. ¿Por qué no habías venido antes?- Continuó la mujer.

-He estado ocupado, las cosas han cambiado un poco. Hace poco volvieron los duendes a mi casa y ahora casi no concilio el sueño-. La mujer, de una estatura media, había empezado a preparar café dejando sólo y a media luz a Barcelona, que al no encontrar otra cosa que hacer sólo miraba el suelo. De espaldas hacia él, Selene utilizaba un vestido blanco lleno de algunas flores dibujadas a mano; el cabello negro recogido sobre su cabeza y algunos mechones de pelo que caían a los costados. Debajo de aquel vestido sólo restaba ella.

Él no pudo evitar levantar la mirada y debajo de la luz de la vieja lámpara de aceite sus ojos brillaron de nuevo. Verdes, grandes y perdidos los ojos bajo aquellas cejas negras y tupidas parecían volver de algún otro lugar.

Ella sintió sus manos rodeando su cintura, desatando el lazo que sostenía el vestido sobre sus hombros y la respiración entre cortada de un hombre que no era el mismo que había entrada hace unos instantes. Cerró los ojos y las manos de aquel hombre se deslizaron lentamente recorriendo el viejo vestido blanco hasta encontrar las piernas y los muslos de ella. Impaciente, sonriente, triste y con los ojos cerrados, ella volteó; quizo contemplar de nuevo aquella mirada que durante tantos días había recordado y a la que sus garras se aferraban en los más horribles de sus sueños.

-Te he extrañado tanto-. Sobre su rostro se dibujo la silueta de una sonrisa que, entristecida por los recuerdos de una lejana muerte, volvió a brillar en medio de las calaberas danzantes de las ventanas.

-¿A mi? Pero si nunca me he ido de aqui. Lo que pasa es que a veces no recuerdo el camino de regreso-. Barcelona miró de nuevo y profundamente se buscó a él mismo en el reflejo de los ojos verdes y azules de ella. Miró y encontró, de nuevo, en el reflejo de aquellos ojos adiamantados el reflejo mismo de sus nuevos ojos verdes, locos, tiernos, alegres y brillantes; esos ojos que no eran suyos sino de su hermano mismo. Miró y sonrió, orgullozo, quizá ciego, y luego se dejó llevar; había dejado de ser él.

-No me quiero volver a ir. Los lugares por los que he vagado son tan solitarios y aquí soy yo, antes de las víceras y las explosiones. Aquí hay más luz, pero si quieres te llevaré conmigo-. Susurró al oido de aquella mujer. -Aquí volveré a ser yo, correré, jugaremos y sonreiremos como siempre-.

jueves, agosto 27, 2009

Ataque.

Barcelona es el chico pequeño que juega con su hermano mayor en la noche. Su hermano es un tipo de unos 20 años, estatura media y pantalones rotos. Su camisa es sólo un ejemplo más de que el paso del tiempo no perdona nada, ni siquiera a las camisas. Con una mirada revuelta y ojos verdes "el Mari" como le dicen sus amigos sólo se preocupa por la lata vacía para el futbol; la mota y la chela serán para después.

Ring... Ring... (El teléfono suena)

El Mari detiene la goliza propinada a su hermano por un momento. -Espérame Barcelona, deja contesto- Barcelona mira impacientemente la lata mientras su hermano saca un teléfono celular de su bolsa; robado, seguramente.

-Hola.- Dice el Mari con su cara loca. Del sonido del celular se escuchan varias voces que hablan al mismo tiempo y hacen eco en la oscuridad de una calle mal iluminada. -Sí, yo te lo llevo, esperáme con Claudio-. fue la frase con la que el Mari terminó la conversación antes de cerrar el celular.

-Barce, vete a la casa y traeme un suerter del cajón de mi papá y me lo traés- El Mari, debido a su autoridad ganada a punto de ser el primero en nacer, no duda de pedir un pequeño favor a su hermano.

-¿Hasta la casa ahorita? Está relejos, mejor vé tú-. Le respondió Barcelono mientras miraba la lata vacía alejarse porque el Mari la había pateado bajo un carro.

-Ándale, no seas mala onda y te dejo meter un gol-.

-Que sean dos y va-. Su voz dió un pequeño salto y los ojos le brillaron. Ya sabía que el Mari siempre lo compraba con dos goles y a veces tenía que ponerle unos chetos amarillos, pero hoy no tenía ganas de chetos.

-Ya estás cabrón, pero vete en friega-. Así que todo quedó negociado a dos goles cuando Barcelona llegara. Tardó dos minutos corriendo desde donde estaban hasta su casa en el callejón 2 sin número, al fondo y donde está la reja rota. Entró como rayo. Su mamá lanzó un grito. -¡Quién anda ahí!- más por costumbre que porque le interesara; estaba la novela de las 10.

-¡Nada más vengo por un suerter!-. Subió presto las escaleras, revolvió un cajón y salió de regreso. Todo había sido hecho en 5 minutos en total.

Al regresar, se detuvo exhausto. Miró a ambos lados, se asomó a la tienda y no vió a su hermano. Al fondo de la calle unas luces se escuchaban (sí, las luces se escuchan) y le llamaron por su nombre:

-Barce, ven, tienes que ver esto-. Hipnotizado por el destello azul y blanco sólo pudo caminar unos veinte, o quizá treinta, metros y se detuvo. La luces se fueron y las voces también. Miró horrorizado.

En el suelo corría sangre y su hermano nadaba en ella. Desfigurado, con el rostro aplastado el Mari yacía muerto. Sus ojos estaban llenos de espanto y había víceras por todos lados. Parecía que hubiera explotado por dentro.

Barcelona no podía creer nada. Sólo había ido por un sueter. Levantó la mirada, no había nadie, ni un ruido, ni un respiro.

Ring... Ring... (El teléfono suena)

Una pequeña luz azul y blanca sale de la pantalla del celular y de nuevo, las luces llaman a Barcelona:

-Contesta el celular-.

Incrédulo y obediente Barcelona contestó el celular.

-Bu, bueno....- Al fondo no se escucha nada. Barcelona mientras sólo mira hacia algún lado buscando a una persona o un auto, esperando que todo fuera un sueño y que pronto despertara.

-¿Bueno?- repite Barcelona tímidamente y las lágrimas empiezan a correr por su rostro y en el fondo sólo se escucha una voz:

-Barce, ¿trajiste mi sueter? Tengo frío y miedo, no sé dónde estoy...- Era la voz de su hermano.

Desesperado, Barcelona soltó el celular y salió corriendo hacia su casa lleno de lágrimas y gritando por su madre.

viernes, julio 24, 2009

Espejo.

De pié frente al espejo.

El cabello, la mirada, la sonrisa, la ropa. Todo parece diferente. Es increible que aún pueda identificarme en el reflejo del espejo de mi cuarto. Me recordaba diferente. Un poco más sonriente, un poco menos luminoso.

Triste y antipático. Ahora sólo alguna de las dos. Mi sobrino dice que los espejos no mienten, yo le creo.

Una imagen vagabundera que se pasea ligeramente entre mis ojos. Lo que me acuerdo de mí ¡que lindo era! Entre mis ojos marrón se asoma una mirada tierna, amenazante,... penetrante. Una imagen del otro lado del espejo que no hubico a qué lugar pertenece, de dónde viene y dónde estará en poco tiempo o ayer.

Pensativo,... pensativo... ¡claro!

La luz no cambia, el espejo no cambia, el reflejo no cambia. Quizá, aquello que cambia es lo que hay al frente. Lejano, reflexivo, ecuánime. Nada que no sea diferente a lo que esperaba encontrar.

Pobre imagen, pobre espejo. ¿Que culpa tiene él? Sólo hace lo que sabe hacer. Me irrita y me dice que me vaya. Me solapa, me conciente, me dice que me quede. Detrás del espejo o al frente sólo quedan luces y algo de ruido. La noche, el día, terroríficos vicios. ¡Que vicios!

El espejo me habla y me dice que ese, quién mira de pié frente a él, soy yo.

lunes, junio 29, 2009

Estricnina.

Vamos. Empecemos todo de nuevo. Reconstruyamos el pasado, con la nueva forma del futuro.

Vamos. Reguemos los campos, salgamos de entre las sombras. Recordemos y añoremos. Dejemos atrás lo último, lo triste, lo aburrido y empecemos a volar.

Ven. Toma mi mano y déjame envolverte entre las mías. Suéltame. Libérame de mis prisiones de cristal y déjame llevarte conmigo a los paraisos eternos, discretos y amables de una locura pacífica, linda, amarga y sin sentido.

Ven. Libérate entre mis manos. Toma de mis labios el fruto dulce del amor, de las delicias de la vida, de la suavidad de mi inocencia, del rocío blanco de mis mejillas.

Ven. Déjame mostrarte los secretos oscuros y sencillos del amor, de la pasión de la locura viva que correrá entre nosotros. La calidez de tu corazón y el mío mezclándose en entramados ríos de pasión, de topacio y jerberas.

Pintemos, ahnelemos. Que sean figuras humanas y trazos de pasteles y telarañas las que dibuje sobre tu piel delicada, morena y humeante. Figuras, sombras, espejos que circulan y se contornean entre las líneas de tus brazos, tu vientre, tu pecho; que rodean y se van contigo y conmigo hacia una pequeña penumbra. Nuestra penumbra.

Ven. Siéntete tú, siénteme a mí. Siente mis besos bordeando los linderos de tus labios. Respírame y déjate llevar a la insalubre y pretenciosa felicidad que tengo preparada para ti. Retenme y vamos hacia un lugar,... cualquier lugar. Y ahí en medio de la noche tómame, haz de mi cuanto quieras.

Bébeme, sedúceme, necesítame.

Sé mi droga. Sé mi adicción.

martes, junio 09, 2009

Mary.

Algunos dias simplemente es necesario salir y presentarse sicotico, libre de complejos y cubierto de perfumes y aceites.

Algunos dias simplemente es necesario escribir.

Hola Barcelona.!

miércoles, mayo 06, 2009

Fanal.

La gente duerme, noctanbula hipnóticamente en medio de avenidas. Son sombras, algunos muertos y fantasmas. Algunos salen a la luz, otros se esconden y, en medio de luces eléctricas, aparecieron unos lindos ojos negros.

Sólo bésalos.

Siempre hay gente que cree en lo que lee, yo creo en lo que siento. (=

martes, abril 21, 2009

Bésalo.

Barcelona es algo así como x's. Si lo miras caminando por la calle básicamente sobre sale sólo porque es alto, muy alto. Yo, para el promedio de las personas que conozco, soy un poco más que la media, pero Barcelona se lleva las palmas con sus 198 centímetros de altura y pues, además de eso, no es muy guapo, ni muy carismático; más bien serio y poco interesante. Callado, tímido con los desconocidos y explosivo con los cercanos; lentes de pasta delgados, igual que el dueño; sincero y amante de los libros y los besos sabor mandarina.

Lo quiero, lo quiero mucho...

Hace casi un mes que por una u otra razón no habíamos podido platicar. El muy idiota no sale de su escuela y yo tengo que buscarlo, enredarme en sus asuntos; me he convertido en falsificante profesional de justificantes, permisos y mentiras sólo para poder saludarlo y regalarle alguna sonrisa. El fin de semana estuve a punto de verlo.

Hace casi un mes pensé en encontrármelo casualmente cerca de su casa,... o de su escuela,... o en el transporte público,... o con sus amigos,... o,... no importa; sólo quería encontrarlo. Así que el fin de semana, durante las vacaciones, quise saludarlo. Sí, de "casualidad", en aquella fiesta dónde casualmente él iba a estar.

Todo estaba planeado. Casualmente me sentaría junto a sus amigos (que por necesidad se han convertido en mis amigos... sin comentarios...); casualmente platicaría de ese último libro que él ama (tardé tres días enteros en leerlo y entenderlo de pe a pa... también sin comentarios....); casualmente un amigo me acompañaría y casualmente nos diría lo bien que nos vemos juntos; pediría disculpas por no haberle buscado durante un mes (quizá un poco más...); y finalmente bailaríamos su canción favorita (que tardé dos semanas en aprender a bailar,...) culminando con un suave beso. ¡Todo era perfecto! Las diferentes posibilidades estaban perfectamente contempladas: ¿Y si no tocan la canción? ¿Y si no podemos platicar de aquel último libro? ¿Y si no puedo sentarme junto a él? ¿Y si sus (mis) amigos no me recordaban?... ¿Y si llovía? ¿Y si hacía calor?... ¡No importa! Todo estaba contemplado, excepto una cosa.

Y ahí queda la lección final. El primero de todos los posibles caminos que uno debe contemplar en esas situaciones debe ser: ¿Y qué pasa si Barcelona no llega?

Quizá, de haber contemplado esa situación, hoy no estaría escribiendo esto. Lección aprendida :'(

¿Dónde estarás Barcelona?

jueves, abril 09, 2009

Carta a Barcelona.

¿Cuál es el ingrediente que falta? ¿Cuál es el punto medio que no supimos alcanzar? ¿Dónde se quedó ese toque de "magia", la fusión justa entre ambos? Diría el maestro Búnbury "la chispa adecuada"...^_^ ¿En qué momento no supe encontrarte? ¿Qué fue de ese detalle? Aquel sentimiento que es capaz de equilibrar el miedo y la pasión, la locura y el desenfreno. Amor.

Aún hoy, durante las noches sigo soñando, dando vueltas tendido sobre mi cama. Recordando (no porque quiera, sino porque mi cuerpo me lo reclama) el color de tus manos, el aroma de tu piel, el roce de tu cabello, la calidez del último abrazo, tus labios y sigo sonándote; sudando, temblando, temiendo y suplicando que estuvieras aquí. Y tal parece que mi cuerpo es incapaz de entender y durante las noches sigue buscando entre las sábanas, tratando de aferrarse al último resquicio de una mente simple que no sabe (o no quiere) olvidar. De nuevo, durante la noche, mi cuerpo caé en el vacío de un cuarto lleno de nada. De nuevo llega el terror nocurto, el muerto, los súcubos, la psicosis; palabras que no sólo ocultan la verdadera razón de mi evidente incapacidad, sino que tratan de ser una vieja forma de ocultar esa última palabra que describiría no sólo cientos de líneas, palabras e incoherencias, sino que describirían exáctamente lo que siento. Amor.

"Que bonito es el amor"... decía Jarabe de palo.

Barcelona, sigo pidiendo que te encuentres bien.

jueves, marzo 26, 2009

Pavo.

Cuando pienso (cuando pienso...) en las diferentes formas en que me he ido desenvolviendo estos últimos años tampoco puedo dejar de pensar en mis amigos, hermanos, familia y personas amadas.

Y pues ahí está, uno de esos irremediables efectos de "crecer" es que poco a poco se hace más difícil convivir con los cuates, amigos, familiares y personas amadas; sin embargo, y gracias a Dios, aún existen ángeles en la tierra. Sí, de aquellas personas que te encuentras en el autobús, mercados, tiendas o tranporte público, que parece que Dios te ponen en el camino para salvarte la vida, o más mundanamente que te pueden alegrar el día con un simple saludo. "Hola, cómo estás" y me es suficiente para volver a este mundo luego de un pequeño viaje mental y posar de nuevo mis piés sobre la tierra. ¡Que lindos son los ángeles!, aunque casi siempre se encuentren con un pequeño diablo a quién le es difícil encontrar el camino de regreso a este planeta :P

martes, marzo 24, 2009

Selene.

Aquel ser, impenetrable, sólido y deambulatorio se movía entre el pasto y los arbustos de mi viejo patio. Daba un paso mirando hacia todos lados, se detenía y volvía a mirar. Al principio pensé que era un sueño o uno de esos monstruos que suelen vagar en las noches por los lugares desolados, así que no le presté mucha importancia; sin embargo, y a diferencia de los monstruos nocturnos, este ser dio un par de vueltas, reconociendo, olfateando buscando algo entre las plantas y mi jardín y, entre la noche, pude escuchar leves suspiros y sonrisas.

La sombra en cuestión pronto tomó forma de un pequeño humano como aquellos que suelen caminar por las calles a medio día formando hileras de interminables paraguas y vestidos negros, pero este humano era algo diferente a lo que yo me había acostumbrado ver.

La noche seguía reinando pero faltaban pocas horas para que el Sol marcara el inicio de un nuevo día. Mi sueño había sido interrumpido por los constantes movimientos y sonidos de una pequeña niña de lindos ojos marrón y pequeño vestido amarillo que entre la noche vagaba por mi jardín. Aquella pequeña sombra amarilla y marrón, luego de meditar y asegurarse que todo estaba en orden dio un pequeño salto hacia mi árbol, trepó como un pequeño gato entre las ramas y subió ligeramente entre hojas y espinas hasta llegar lo más alto que pudo. La última rama estaba a unos pocos centímetros de mi edificio y la pequeña niña finalizó su recorrido con un gracioso salto hasta uno de los balcones del viejo edificio abandonado. Con un elegante movimiento tomó asiento en el borde de aquel balcón, sacó de una bolsa que colgaba a su costado unos binoculares negros que estaban sujetos por una cuerda negra de cuero, los limpió y se aseguró que no habían sufrido daño alguno en aquel subir de árbol. Cuando se asomó por ellos miró el árbol y luego miró justo hacia donde yo estaba; pareció mirarme un poco y luego siguió mirando hasta enfocar su vista en el cielo de aquella madrugada de invierno.

Pasaron unos instantes, unos cuantos suspiros y luego volteó un poco más arriba y empezó a examinar el cielo nocturo. A diferencia de lo que se podría pensar de una niña sentada en medio de la noche, ella no parecía lucir cansada, o extrañada, es más, lucía más bien despreocupada y muy tranquila. Situada a pocos metros de mi hogar, ella parecía tararear una pequeña melodía; suave, hipnótica levemente iba inundándome con un pequeño supor.

-¡Hola!- dijo ella, al parecer, dirigiéndose hacia el cielo, o el aire o a alguién sentando junto a ella y yo un poco hipnotizado aún sólo pude voltear un poco la mirada hacia un lado suyo, arriba y abajo y no logré encontrar a nadie más.

-¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?- dijo ella luego de un instante.

Fue una situación muy rara. Nunca antes había escuchado hablar a un humano. La mayor parte del tiempo sólo corren por la banquetas o conducen sus autos en medio de avenidas yendo de aquí para allá, al parecer, sin sentido alguno. Algunas ocasiones he podido mirar a algunos humanos hablando, comiendo y dejando migajas y restos de comida que son los alimentos que salgo a buscar en las mañanas. A pesar de haberlos conocido hace mucho tiempo, sus voces son más bien una mezcla de sonidos guturales y gruñidos que sólo ellos parecen entender. Mi padre decía que los humanos eran los seres más tristes de todos los que habían sobre la tierra; no sabían cantar y no podían volar, así nunca supe nada de ellos hasta esa noche.

-¿Qué pasa, no sabes hablar?- la pequeña niña dejó de mirar por sus binoculares, los colocó junto a ella y luego miró hacia mí.

-Mi nombre es Selene- murmuró ella - y tú... ¿cómo te llamas?- me preguntó y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

-¿Mi nombre? - qué era un nombre -... no lo sé. - dije, y entonces el silenció gobernó sobre mí.

jueves, marzo 19, 2009

Albanene 0.1

Luego de un recorrido nocturno todo parecía normal. El sonido de los autos al pasar y el aire que estos movían era el último impulso que necesitaba antes de llegar de nuevo a casa. Había sido una mañana normal, común como todas las demás. Mis alas negras y cafés, extendidas bajo la luz de un medio día perfecto sostenían mi cuerpo rodeado de plumas y migajas de pan. El viento soplaba y este refrescaba mis ojos, surcaba dentro de un pico amarillo, rodeaba mi cuerpo y volvía a impulsarme hacia adelante, de nuevo a casa.

No pasó mucho tiempo antes de llegar de nuevo a aquel árbol donde algún tiempo antes había podido esconder una construcción de paja, hilos y restos de basura que se volvería mi hogar. Ahí, escondida en medio de espinas estaba mi descanzo. Volé un poco sobre el charco de siempre, ese que se llenaba con la gotera de una vieja tubería y que nadie antes, ni después, se atrevería a reparar. Bebí, mojé mis plumas y con un poco de paciencia y algunas sacudidas pude quitar de encima de mí los últimos rastros de una mañana de trabajo. Es difícil entender la vida de un ave como yo. Cuando suelo platicar de todo aquello que realizo durante la tarde, aquellos con los que platico suelen aburrirse luego de algunos minutos. Tendrían que pasar varios años de una vida aviaria antes de poder entender el por qué del aburrimiento de algunos.

Como sea, luego de mi incesante búsqueda alimenticia y de una limpieza extenuante llegué de nuevo a mi nido a continuar con mis deberes. Como toda buena ave que sea como yo y que sea digna de ser considerada un orgulloso portador de una alas, empecé con la honorable tarea de recontar, reorganizar y fortalecer mi amado hogar. Como solía decir mi padre cuando yo apenas era un polluelo: "Un hogar firme es un hogar feliz y hogar firme sólo puede lograrse recontando, reorganizando y fortaleciendo las bases del hogar." Así, cuando pude por fin encontrar el árbol que sería mi nuevo hogar y vida, cuidé todos los días de llevar a buen fin aquella encomienda de mi padre. La tarea, a pesar de aparentar ser difícil y engorrosa, me resultaba sencilla. Así que empece por quitar una pequeña madeja de hijo azul del lado izquierdo del nido, lo desenredé con un movimiento de cabeza y plumas y lo coloqué en el otro costado del nido; luego una pequeña rama, un poco de pasto y algodón pasaron por el mismo proceso. Cuando terminé de quitar y reorganizar até todo nuevamente con un poco más de fuerza que el día anterior y como un pequeña máquina de coser junté todo en el lugar que antes estaba, agregando un poco de nuevo material, lodo y saliba. Luego de hacer esto con la parte este lo hice con las siguientes: norte, sur y oeste. Finalmente el trabajo de ese día terminó y como pude comprobar mi nido era aún más lindo que al comenzar aquel día.

No tardó mucho en caer la noche. Los autos dejaron de pasar y el ruido cesó un poco. Tomé un poco del trozo de galleta que había estado guardando dentro del nido y comí; bajé de nuevo hacia mi almacén de agua y de vuelta. Había llegado la hora de mirar y cantar a las estrellas. Cuando había pasado algún tiempo desde que nací, mi padre me dijo que sólo las aves habíamos sido creadas para contemplar el cielo y cantar a las estrellas. Así, cuando crecí y encontré calor en mi nuevo hogar, nunca pude olvidar las palabras de mi padre y todas las noches subía a lo alto de mi edificio, y digo mío porque gracias a mi seguía en pie, y tomé un lugar a la orilla junto a las demás aves que cantábamos al cielo. Cerré mis alas, alcé mi pico, tomé un gran respiro y con mi voz canté a las estrellas. El resto del coro se unió a mí y fue una noche de lindos cantos y suaves voces de aves que miraban las estrellas y que con toda su fuerza alzaban su voz.

Al finalizar aquella noche todas las aves nos dispersamos y cada uno partió a su hogar. Descendí hacia mi hogar en una tibia corriente de aire, avancé entre las espinas de aquel árbol y finalmente había llegado el tiempo de dormir. Tomé un último sorbo de agua y atrapé una pequeña araña que se introdujo a mi nido. La noche había terminado, el sonido de las personas caminando por la calle, las luces altas de camiones y autos poco a poco se habían ido reduciendo hasta casi desaparecer. Contemplé las estrellas por última vez y aquella noche cerré los ojos y finalmente pude descansar.

Casi al finalizar la noche: un ruido. Mis alas se movieron respondiendo a algún otro movimiento. Había silencio y oscuridad así que no pude reconocer la figura que curiosamente se movía entre las sombras y luces artificiales de unas viejas lámparas. Tardé un poco en poder fijar mi mirada en aquel animal nocturno. De conocer el destino que me esperaba quizá nunca hubiera descendido de mi nido.

miércoles, marzo 11, 2009

Servicio nocturno.

Libres, cabezas rapadas. Somos el grupo radical, cristiano, devoto, fiel y leal a la Divina Providencia. Levantándonos en medio de una palestra de indecisos corderos, buscamos la entrega de la nueva paz. Luchamos por el ideal de la nueva religiosidad; peligrosos indecisos, cazadores de cabezas humanas, de pieles y cabellos. El dedo izquierdo de Dios.

No corran; no hay lugar, ni refugio. ¡Nos encontraremos!

El homicidio, un deber; el suicidio, una obligación.

¿Me temes?... Deberías. :p

domingo, marzo 01, 2009

El amor es púrpura.

Detrás de una sencilla puerta se esconden los secretos mejor guardados de los humanos. Detrás de esta puerta se esconde el amor, la pasión y la felicidad. La llave es una simple, monosílaba, y sonora pálabra: sí.

Hoy en día tener una familia es así de simple; un tris, un chasquido de dedos o una mera informalidad. Un día sales y caminas por algún paraje citadino (o campestre si así mejor conviene) y conoces a una linda chica. Una platica informal, algún pequeño gesto y una señal. Salen, ríen y conversan sobre lo último de lo último de algún tema en común. Se aman y posteriormente hay una linda boda en algún paraje campestre (o citadino, según convenga a los interesados). Posteriormente tendrán hijos, los criarán y, si toda sale bien, terminarás muriendo sobre una suave cama blanca rodeado de flores.

Sí, hoy en día es tan sencillo: morir, críar, amar, reír, platicar, caminar, salir y conocer... ¡es tan simple vivir!

¿Qué? ¿Por qué me miras así? ^_^

martes, febrero 17, 2009

Bajo la sombra del león.

Hace un tiempo estaba viendo aquella película llamada pandillas de nueva york y de aquellas cosas que recuerdo es del personaje de Leonardo DiCaprio haciendo introspección sobre lo que significa para él "vivir bajo el cuidado de un león" o algo así.

Poco a poco, durante estos días he podido imaginar lo que significan esas palabras y, para ser sincero, es tan extraño como inquitante.

Vivir bajo el cuidado de un león, siendo algo así como un pequeño conejo, provoca casi tanto miedo como el que libera.

Siendo raro, se siente bien. Sintiéndose bien, se siente raro.

Espero que todo termine bien tanto con el conejo como con aquel gran león: ambos vivos.

miércoles, enero 14, 2009

bye.

Pues de nuevo tú y yo...
De nuevo este sitio, nuestras cuatro paredes.
De nuevo yo y estas manos.
De nuevo el silencio, ya no queda mucho que hacer.
De nuevo las noticias, la gente que llora.
De nuevo yo y lo mucho que te extraño, raro.
No es la muerte en sí, si no que estás junto a mí. Te miro de nuevo y pareciera que de nuevo respiras, como si dentro de tu pecho surgiera ese leve contoneo, un pequeño subir y bajar; es sólo lo que quiero ver.
Tu cuerpo tendido junto al mio, y de nuevo me escuchas, como en los viejos tiempos, como en todos los tiempos.
Te voy a extrañar... ¿Por qué te vas? ¿Por qué no te quedas? ¿Por qué me dejas? Aqui, y yo sin ti... ¿A dónde quieres que vaya?
Al frente, la salida, a mi izquierda un cuerpo que no se mueve. Tibio, suave, triste. Descansas.
Y yo, de nuevo me pregunto qué hacer.
¿Por qué me dejaste?
¿Qué me importa él? ¿Qué mi importan ellos? ¿Por qué me dejaste?
Y entre mí, de nuevo el egoísmo, disfrazado de dolor, disfrazado de tristeza, disfrazado de impotencia, de esa estúpida apariencia que tienen los que lloran por alguien, de los que lloran por ti.
La vista, mis ojos que en frente no pueden reconocer el rostro de los amigos o de los hermanos. Mis ojos que empañados con restos de sal y agua forman esa cortina de hipocrecía, de eso que si fuera dolor sería más difícil de ocultar. No es dolor, es sólo ese sentimiento que no me dejará dormir, es sólo ese pensamiento que me dará vueltas y que si fuera más listo evitaría. Un farsa.
Un farsa que lejos de hacerme dejar de llorar me invita a hacerlo cada ves más y más profundo y que en cada letra y cada pensamiento sólo deja salir más lágrimas y sólo eso.
Letras, un par de palabras que te dije todo el tiempo. Te quiero. Y con las miradas, conocía que estabas aqui y con tu sonrisa un tanto discreta devolvías la cortesía.
¿Y ahora con quién platicaré?
¿Dónde me refugiaré?
¿En donde dejaste tus palabras, las lecciones,... tu vida?
Hipocrecía. Egoísmo. Al final resulta que yo mismo los confundo pensando que es cariño o tristeza; quizá ambas.
Y aún así, tu cuerpo reposando junto al mío, desnudos sobrios, acabados: tú y yo. Quizá el mío más cansado por no saber qué hacer. ¿A dónde se habrán ido tus palabras,... tu aliento?
Eras un buen amigo. ¿Para qué me engaño? Te voy a extrañar siempre.
Y entre tantas ideas te pido perdón. Es este estúpido dolor, amor, egoísmo, tristeza, pasión o la línea que divide a todas del resto de ellas mismas. Con todo no puedo ni quiero disfrazar mi pesar. Y quisiera salir corriendo de este horrible cuarto que nos alberga a ambos, que nos sujeta, que envuelve tu cuerpo con tela y oscuridad, que envuelve este día con ese sentimiento: ¡No me dejes!
Y entre tantos "pesares" habrás acabado sufriendo junto a mi y yo, sin saberlo, sólo no pude entender. Y quizá ahora sólo sufras menos alejado de este lugar del que ambos queríamos escapar. Y tu cobardía quizá sólo sea una nueva invitación a seguirte más lejos. Y de nuevo te quiero ver, alucinarte, pensar que escucho todos tus pasos y tu respirar que fue quien terminó por ahogarte. Perdón.
Te extrañaré siempre. No te quiero volver a perder.
Y que vuelvas no es sólo un sueño, es saber la realidad. Conocer. Las gotas que ruedan por la ventana, por las mejillas, por las paredes. Lloramos. Yo lloro.
¿Qué debo hacer si no vuelves?
Mañana te enterraremos y quisiera despedirme.
Saber que no sufriste. Que me mientas, que digas, o que llore, sólo miénteme para deshacerme de esto. Que nos quisiste. Lo sé. Nos querías. Me querías y yo,... como nunca pude decírtelo y tú como siempre me lo hiciste saber.
¿Al final te veré de nuevo? No lo sé. En mis sueños. En los delirios. En alucinaciones. Espero encontrarte de nuevo.
Te extrañaré mi amigo. No sabes cuánto te quise; por eso lloro, no porque quiera, sino porque te quise.
Que los demás no lo vean. Que me miren como si fuera un delito. O un día más, simple y pasajero, no me importa ya te quise.