viernes, marzo 02, 2012

Recuerdo todo de ti


Recuerdo tu sonrisa, tu cabello, el color de tus ojos, tu cuello y los detalles de tus labios. Recuerdo tu andar cálido y pausado, ese andar hipnótico, jubiloso y delicado. Tus besos que matan, tus manos entrometidas, curiosas y orgullosas.

Recuerdo las noches apasionadas, esas noches sudorosas, llenas sonidos, llenas de respiraciones lentas, pausadas y agitadas.
Recuerdo nuestros amores, nuestros veranos y nuestros temores, esos que poco a poco nos alimentaban y de los que bebíamos para seguir viviendo.
Recuerdo los errores, las mentiras, las bondades, los regalos, los insomnios y las lágrimas.

Aún lo recuerdo todo.

Recuerdo el sabor de tus caricias, el color de tus miradas, el aroma de tus abrazos; recuerdo y sonrío.
Mi boca dibuja placer y mis ojos derraman dolor y miedo.

Llenas todo y nada


Llenas mis sentidos, vacías mis entrañas.
Me llenas de amor y de dolores.
De dulce miel y amargo ajenjo.
Me llenas de envidias, me llenas de celos y de caricias.
Me llenas de todo y nada.

Recuérdame


Recuérdame para que te recuerde y nos recordemos.
Recuérdame para morderte en mis sueños.
Recuérdame para arrancarte las ropas y los vestidos.
Recuérdame cuando llores, cuando me odies, cuando me olvides.
Recuérdame en esos dolores; en los dolores que tuvimos, pero sobre todo recuérdame en los que no.
Recuérdame cuando me mates, cuando me asesines y cuando me sepultes: recuérdame.

¡Y vete!


¡Vete porque yo me he ido, porque me voy!
Vete porque no quiero que te vayas.
Vete porque quiero que te quedes.
Vete porque no hay a dónde más ir; porque no hay dónde quedarnos; porque no hay nada más.
Vete porque quiero que te vayas.


¡Vamos...!


Vamos a esos lugares donde nadie más ha ido, donde sólo nosotros sabemos cómo llegar.
Vamos a los infiernos de nuestras vidas, donde sepultamos lo último que nos quedaba: donde lloramos amargamente todas las noches y parte del día.
Vamos donde nadie más nos conoce.
Vamos donde no te conozco, donde no me conoces y donde, quizá, por fin nos encontremos.

martes, febrero 14, 2012

Dialogos

-Hola-. Dijo él.
-Hola-. Contestó ella al tiempo que se acercaba al lugar donde él se encontraba.
-Ha pasado mucho tiempo desde que alguien me ha visitado.
-No sabía cuándo debí haber venido y me ha sido difícil recordar el camino. Disculpa mi tardanza.
-No te preocupes yo no iría a ningún lugar y me alegra que recordaras el camino-. Dijo él mientras miraba al frente. Un silencio de unos segundos sucedió entre ellos y luego él continuó hablando.

-¿Cómo has estado?
-Muy bien, soy feliz-. Una ligera sonrisa se le dibujo en el rostro, sin embargo una tenue sombra opacó aquellos ojos-. ¿Y tú? ¿Cómo has estado? –Continuó ella y una vez más, durante un segundo, reinó el silencio.

-Dime. ¿Cómo es tu vida? Quiero saber.
-Es hermosa, hay tantas cosas allá afuera que no creerías aquello que tus ojos te mostraran.
-¿Existen todas esas cosas de las cuales he escuchado?
-Sí, existen.

-¿Existe el odio?
-Sí, existe.
-¿Y cómo es?
-Es intenso, sigiloso y amargo.
-¿Y existe el amor?
-Sí, también existe.
-¿Y cómo es?
-Es como el odio, sin embargo, es más grande y mucho más hermoso.
-¿Reina la muerte en aquel lugar?
-Sí, todos mueren.
-¿Cómo es la muerte?
-Es tan grande como el amor y tan fuerte como él mismo.
-¿Cómo es morir?
-Morir es como el final de un sueño y el principio de una noche.
-¿Has amado a alguien?
-A muchas personas.
-¿Y esas personas te han amado?
-Si, todas ellas.
-¿Has odiado a alguien?
-Sí, lo he hecho.
-¿Te quedarás conmigo?
-No, tengo que regresar.
-Ellos pueden esperar, yo lo he hecho.
-No, no pueden; ellos no esperan.
-¿Por qué no esperan?
-Porque ellos mueren. Porque existe el tiempo.
-¿Qué es el tiempo?
-Es todo aquello que existe antes de la muerte.

Ambos quedaron en silencio y él pareció reflexionar durante breves instantes las palabras que ella había dicho.

-No lo entiendo -. Dijo él.
-Lo sé.
-Entonces, si regresaras, morirías. ¿No es así?
-Sí, moriré.
-Dime. ¿Cómo es la tristeza?
-La tristeza es la distancia que te separa de aquellos a quien amas.
-¿Y dónde habita la tristeza?
-En ocasiones habita en los ojos y en las lágrimas, y en otras ocasiones se oculta detrás de nuestra piel.
-¿Existe el miedo en aquel lugar?
-Sí.
-¿Qué es el miedo? – Ella cerró los ojos.
-El miedo es todo aquello que desconocemos.

Hubo un silencio eterno que atravesó sus huesos y al final del tiempo ambos desaparecieron.

viernes, febrero 10, 2012

Dentro de mí.


Hoy he nacido, estoy vivo nuevamente. La libertad de ser libre y rondar, y moverme entre lo inagotable, entre una orgía de sensaciones que me revuelcan por cualquier parte y hacia cualquier lugar, soy yo mismo. He crecido, iniciado como un simple recuerdo, alimentándome a cada instante de las sombras del pasado, de ideas y de pensamientos abandonados en la oscura soledad.

Ahora soy libre. Vivo en la infinidad de tus pensamientos, en la demencia de un corazón que no quiere dejarme morir. Soy nada más que tu propia creación. Renazco cada noche, muero a cada mañana, revuelvo con locura cada rincón de tu alma.

Y en la oscuridad soy soltado de mis ataduras, de mis cadenas que me atrapan al único mundo que has conocido. Y soy yo quien te llevo a aquellos lugares inalcanzables para ti. Te muestro grandes cosas ocultas y los secretos que hay detrás de ellas. Soy tu guía entre un caos de palabras y gritos sordos que ahogan tus sentidos. Te muestro tu corazón y lo que en él escondes. Soy el mensajero que deja escapar los suspiros que haz querido encerrar.

Soy fuego para tu fuego, soy ira para tu ira, soy odio para tu odio. Soy tú, eres yo, somos nosotros. Soy tu amor, tu deseo, tu pasión, tus labios ardiendo al recuerdo de aquella boca. Soy tus oídos al sonido de su voz, soy tu piel al sentido de aquel calor. Soy las lágrimas al recuerdo de aquellos días, soy el frío de aquellas noches y soy el trueno al recuerdo de aquellas tormentas. Soy tus palabras gritadas al viento, soy tus esperanzas que surgen de entre la nada y vaga ingenuidad. Soy las ilusiones en el espejo de tu mente.

Habito los campos entre tu realidad y mis fantasías. Soy tu confidente. Guardo entre mis manos cada uno de tus pasos, el obrar de tus manos, el latir de tu pecho. Y cada noche velo por tus caprichos, y a cada minuto vuelvo para que no olvides quien eres y quien soy. Soy quien te muestra los senderos que no existen, aquellas brechas que habrás de seguir. ¡Soy tú!

Bajo la protección de las estrellas yo danzo entre tus habitaciones, recorro la piel bajo tus mantas, susurro imágenes a tu oído, siembro incontables detalles y escapo hacia donde nadie puede seguirnos. Y cada noche te llevo conmigo entre las ventanas y recorremos el mundo y lo devoramos, y lo consumimos; nos extasiamos de él hasta no poder más. Recorremos la bastedad de los cielos y vamos aún más allá hasta la nada.

Volamos hasta encontrar seres inconcebibles. Tocamos aquellas alas y miramos a través de sus cristalinos ojos; escuchamos sus pasos, leemos sus palabras, nos bañamos con su esencia hasta perder por completo la razón. Contemplamos monstruos y aberraciones empapados en sangre y vísceras; caminantes nocturnos, sonrientes y orgullosos de ser ellos mismos. Nos transformamos en ellos y observamos el mundo con sus ojos. Nos convertimos en ellos y tocamos con sus manos, sentimos con su fuerza y su poder; tenemos sus alas, poseemos sus sonrisas. Nos convertimos en nosotros mismos.

Bailamos entre llameantes sombras hasta agotarnos completamente y así, finalmente descansar. Vivo honrado a tu lado, muero orgulloso junto a ti. Volveré cada noche y tú me llamarás cada día. Y en libertad me poseerás, porque en libertad soy tu fiel sirviente.

sábado, enero 23, 2010

Oración simple.

Querido Dios, hace ya mucho tiempo que no nos hemos visto y poco recuerdo de quién eres tú o quién soy yo, irónicamente parece ser que ha pasado mucho tiempo desde que cualquiera te haya visto. Cómo sea, hace tiempo que quisiera platicar contigo y preguntarte tantas cosas.

No creo, no porque creer vaya en contra de mis principios, que seas de aquellos dioses que camina libremente y a la vista de todo mundo sobre las banquetas, o que te pudiera pedir una cita para tomar un rico café de olla en un lugar alejado de las muchedumbres y de la gente; a pesar de eso, quizá a razón de eso, es que me gusta escribir cartas que pienso que algún día pudieras leer.

¿Recuerdas la última vez que platicamos? Seguramente sí, y de la misma forma debes de recordar aquella última carta que te escribí y de la que poco, recuerdo. Sin embargo, de aquellas cosas que aún quedan en mi memoria me gustaría hacerte saber que muchas de ellas siguen pié.

Sé, o recuerdo que alguien alguna vez me dijo, que tampoco eres de los dioses comunes que cumplen caprichos o deseos a diestra y siniestra; posiblemente puedas cumplirlos a diestra, pero nunca a siniestra, no lo sé.

Hay tantos cientos de miles de infinitos de cosas que te has quedado guardadas, haciendo que la vida de los hombres (los hombres, no tú ni los demás, ni siquiera algunos) sea cada día una odisea de descubrimientos que pueden hacer que cada fibra del retorcido camino de fibras y neuronas que nos has regalado (o prestado, según sea el caso) se retuerzan tratando de adivinarte el pensamiento.

Es por eso que me agradas, porque en cada punto, en cada roca, en cada diezmilésima parte de cada una de las partículas más pequeñas has ocultado un pensamiento, un misterio o una ciencia que a nosotros (no a ti, ni a los seres oscuros, sino a nosotros) nos encanta escudriñar.

Has escondido entre las piedras los secretos de la vida misma y dentro de cada pequeña célula del corazón, nuestro principal (y quizá único) motivo para vivir. Es debido a esto que escribo cartas y cuento sueños y pesadillas: porque en cada uno de estos logro encontrar un pequeño secreto, una marca difusa de tu aliento o de tu mano y, que todo junto, me encanta disecar.

Mucha de la gente que conozco dice que sueles hablar a los hombres, sin embargo, según he podido enterarme, esto generalmente lo haces de manera indirecta: sueles susurrar a los oídos de las personas palabras suaves. Este método me parece algo anticuado hoy en día. En aquellos días cuando solías caminar sobre la tierra enseñando grandes ideas radicales, parece ser que difícilmente eras escuchado; así pues, hoy en día parece ser que tus suaves murmullos son opacados por el estruendo de grandes máquinas y cortas pero incitantes propuestas indecentes que dejan poco espacio para los murmullos y entonces me es imposible escucharlos.

Tampoco logro entender qué es lo que estuviste pensando mientras sufrías clavado en aquel gran madero. Tengo un amigo que me ha contado que muy seguramente aquello que pensaste en aquella terrible tarde será lo mismo que hoy piensas mientras tantas personas te crucificamos a diario y de manera innecesaria. Mi amigo, por supuesto que sabe muchas más cosas de ti de lo que yo nunca he podido aprender.

Mi familia me ha dicho que en aquellos momentos cuando necesite platicar con alguien, lo único que necesito hacer es cerrar los ojos, no los oídos, e imaginar que estás al lado mío escuchando todo aquello que tengo que decir. Pero tengo un pequeño problema con esto. Cuando suelo platicar con alguien, generalmente hay ruidos y cientos de pequeñas cosas que nos suelen distraer, así pues, jamás lograría hablar con esa persona con tan sólo imaginar que lo hago mientras tengo los ojos cerrados. Con esto en mente, ¿cómo puedo hacer para hablar contigo sin imaginarlo?

También me han dicho que sueles ayudar a aquellos que te lo piden. Me he quedado pensando en esto y quisiera decirte que hoy me siento un tanto triste: me he perdido el último capítulo de mi serie de tv favorita, ¿podrías hacer algo para que lo vuelvan a repetir?

Por último, sólo quisiera pedirte que cuides a mi familia, a todos los seres que amo y a mi, ya que la mayoría no hemos sabido cuidarnos solos así que necesitamos alguien que cuide que no nos incendiemos unos a otros, además la mayoría tienen más preguntas que yo y tampoco han logrado dar con tu email, así que me han pedido que pida de tu cuidado por medio de esta carta que espero que puedas leer.

Te amo mucho y te extraño más, aunque a veces no logre recordarlo del todo y me haces mucha falta. Quisiera que siempre podamos platicar.

Saludos, quizá, del último de tus hijos.

lunes, noviembre 23, 2009


Los amorosos no callan

Los amorosos no callan, gritán. Gritan a toda voz contra el viento. Gritan haciendo uso de las palabras o de las letras, o de los murmullos, pero no callan.

Los amorosos son los seres llenos de luz, o de tormenta, o de oscuridad. Salen corriendo en medio del día o de la noche buscando al amor; buscando y encontrando. Lo buscan detrás de las rocas, o en medio de los ríos, o detrás de una sonrisa.

Los amorosos no callan.

Los amorosos caminan de dos en dos aunque vayan solos. Los amorosos besan al ser amado, sonríen, dan vueltas y tumbos buscando a la felicidad; la llaman por su nombre, o por tu nombre, o por un nombre; quiza, por nuestro nombre.

El amor no es el silencio más fino, al contrario: el amor es el secreto, la pauta, la señal. Aquella que se mira y canta a voces ligeras entre los ojos y entre la piel. Hace ruido, revuelve los pensamiento e inquieta al corazón, haciendo que este dé brincos y saltos de cualquier forma menos de manera discreta.

El amor duerme tranquilo y en medio de nuestros sueños se despierta para llamarnos por nuestros nombres y llevarnos lejos, lejos, lejos. Allá donde las voces suenan, quizá, en medio de suspiro, o del correr del agua, o del soplar del viento, o de aquellas palabras mezcladas entre letras que son un ligero tintineo que sólo quiere ser escuchado.

El amor es tembloroso. Nos hace rechinar los labios, nos hace crujir el estómago mientras damos vueltas con la mirada buscando el mismo perfume y la misma sonrisa. Cae el lápiz, la pluma, el café o todo junto y es capaz de orquestar un lindo coro de caras rojas y miradas bajas. Sube la temperatura y todo, absolutamente todo parece desaparecer.

Los amorosos no olvidan, sólo recuerdan. Viven imaginando un mundo donde el silencio es posible y así, ellos pueden callar. Pero no es así, los recuerdos permanecen y van y vienen y descansan tranquilos bajo sus pies, acurrucándose y buscando el momento justo para salir en forma de besos, de sonrisas o abrazos.

Los amorosos no sienten: viven. Cada momento, cada día y cada minuto es la misma vida que se les escurre entre los dedos. Cada suspiro es un instante más que les acerca a los brazos del amor, o del desprecio, o del infortunio.

Los amorosos no callan: lloran. Lloran dentro de ellos mismos, o por fuera, o por todos lados, cuando descubren que les duele el corazón o cuando el amor se va lejos, o se ha ido, o regresa. Escurren sus lágrimas y en su camino se encuentran o una sonrisa o un rostro lleno de tristeza.

Durante las noches el amor se escucha arrastrándose y escurriéndose entre las ventanas y las cortinas; se desliza y entre las sábanas se desvanece. Es este, y no otro, aquel que rompe con el silencio de la noche. Y de pronto el silencio se transforma en ruidos, en rechinidos y en el agotador sonido del sudor que escurre entre los cuerpos y se pega a las paredes y a las cortinas formando sombras y siluetas que permanecen ahí para siempre.

Los amorosos, pese a todo lo que se crea, no son humanos. Son seres divinos que cantan en coro y a una voz; que se aman, que se extrañan, que se crean y se destruyen y que nunca, nunca serán silenciados.

Que tengas un hermoso y lindo día.

lunes, octubre 05, 2009

El mes... o casi.

1.¿Es importante comer?
2. maltratado.?
3. perfume.over.!
4. recordando.viejos.tiempos.!
5. iterativo
6. oracle.day.
7. perdido.hambriento.enjaulado.!
8. escape.matutino.!
9. propuestas.
10. apretado.
11. SCHEIßE.!
12. Vuelve la primavera.
13. miss.understand.!
14. entulipandroso.
15 8+1
16. invítame.un.café.
17. panecitos.
18. reuse=|=cut&paste.!
19. very.irresistible
20. ya me perdonas?

sábado, septiembre 19, 2009

Fresas y limones.

Desde aquel día Barcelona ha cambiado mucho. Con sus grandes ojos cafés y su mirada más serena Barcelona camina entre la malesa de la noche. Sus pasos firmes y controlados allá, perdidos en la lejanía de un suelo seco y ruidoso; un viejo pantalón roto, unas botas negras y una hermosa chamarra de piel son lo único que necesita para esta noche.

A sus veinte años es considerado por los lejanos observadores como un poderoso tirano y un despiadado asesino; aquellos más cercanos lo miran como contemplando un cuadro surrealista esquizofrénico de un pintor ciego. Cada parte de él está alejada la una de la otra. Cada pequeño destello de cordura es sólo un pretexto más para pensar e indagar un poco más sobre él.
Esta noche, como la mayoría, luce tranquilo. Camina lejano en medio de una calle abandonada hacia una pequeña casa en la que sólo luce el destello de una lámpara de aceite que arde en la entrada. Ahí dentro se mueven sombras y camina gente de un lado hacia otro formando imágenes de calaveras que sobresalen entre las cortinas.

Al llegar a la puerta de aquella casa Barcelona se detuvo un instante. Miró una pequeña puerta de madera desgastada que era la entrada de una casa que a la luz de la noche había perdido casi cualquier rastro de color. Pequeña, hecha con adobe de color rojo y perdida en medio de pasto y maleza, la casa se sostenía en pié casi orgullosa y resignada.

(toc, toc...) Se escucha el golpear de una ligera mano sobre la puerta, es él llamando. Se abre la puerta y una mujer lo recibe.

-Buenas noches-. Ella lo miró y pudo notar el cansancio que lo acompañaba.- ¿Te ha sido difícil el camino? Luces algo cansado- Es la ligera voz de una mujer de veinte años.

-Tan cansado como siempre-. La voz ronca de Barcelona le responde como si nadie hubiera preguntado. En seguida dió unos pasos adelante, se quitó la chamarra de piel y la colocó sobre un viejo sofá en el fondo de la sala.

-Te he extrañado mucho, bueno, más bien a... ya sabes. ¿Por qué no habías venido antes?- Continuó la mujer.

-He estado ocupado, las cosas han cambiado un poco. Hace poco volvieron los duendes a mi casa y ahora casi no concilio el sueño-. La mujer, de una estatura media, había empezado a preparar café dejando sólo y a media luz a Barcelona, que al no encontrar otra cosa que hacer sólo miraba el suelo. De espaldas hacia él, Selene utilizaba un vestido blanco lleno de algunas flores dibujadas a mano; el cabello negro recogido sobre su cabeza y algunos mechones de pelo que caían a los costados. Debajo de aquel vestido sólo restaba ella.

Él no pudo evitar levantar la mirada y debajo de la luz de la vieja lámpara de aceite sus ojos brillaron de nuevo. Verdes, grandes y perdidos los ojos bajo aquellas cejas negras y tupidas parecían volver de algún otro lugar.

Ella sintió sus manos rodeando su cintura, desatando el lazo que sostenía el vestido sobre sus hombros y la respiración entre cortada de un hombre que no era el mismo que había entrada hace unos instantes. Cerró los ojos y las manos de aquel hombre se deslizaron lentamente recorriendo el viejo vestido blanco hasta encontrar las piernas y los muslos de ella. Impaciente, sonriente, triste y con los ojos cerrados, ella volteó; quizo contemplar de nuevo aquella mirada que durante tantos días había recordado y a la que sus garras se aferraban en los más horribles de sus sueños.

-Te he extrañado tanto-. Sobre su rostro se dibujo la silueta de una sonrisa que, entristecida por los recuerdos de una lejana muerte, volvió a brillar en medio de las calaberas danzantes de las ventanas.

-¿A mi? Pero si nunca me he ido de aqui. Lo que pasa es que a veces no recuerdo el camino de regreso-. Barcelona miró de nuevo y profundamente se buscó a él mismo en el reflejo de los ojos verdes y azules de ella. Miró y encontró, de nuevo, en el reflejo de aquellos ojos adiamantados el reflejo mismo de sus nuevos ojos verdes, locos, tiernos, alegres y brillantes; esos ojos que no eran suyos sino de su hermano mismo. Miró y sonrió, orgullozo, quizá ciego, y luego se dejó llevar; había dejado de ser él.

-No me quiero volver a ir. Los lugares por los que he vagado son tan solitarios y aquí soy yo, antes de las víceras y las explosiones. Aquí hay más luz, pero si quieres te llevaré conmigo-. Susurró al oido de aquella mujer. -Aquí volveré a ser yo, correré, jugaremos y sonreiremos como siempre-.