lunes, noviembre 23, 2009


Los amorosos no callan

Los amorosos no callan, gritán. Gritan a toda voz contra el viento. Gritan haciendo uso de las palabras o de las letras, o de los murmullos, pero no callan.

Los amorosos son los seres llenos de luz, o de tormenta, o de oscuridad. Salen corriendo en medio del día o de la noche buscando al amor; buscando y encontrando. Lo buscan detrás de las rocas, o en medio de los ríos, o detrás de una sonrisa.

Los amorosos no callan.

Los amorosos caminan de dos en dos aunque vayan solos. Los amorosos besan al ser amado, sonríen, dan vueltas y tumbos buscando a la felicidad; la llaman por su nombre, o por tu nombre, o por un nombre; quiza, por nuestro nombre.

El amor no es el silencio más fino, al contrario: el amor es el secreto, la pauta, la señal. Aquella que se mira y canta a voces ligeras entre los ojos y entre la piel. Hace ruido, revuelve los pensamiento e inquieta al corazón, haciendo que este dé brincos y saltos de cualquier forma menos de manera discreta.

El amor duerme tranquilo y en medio de nuestros sueños se despierta para llamarnos por nuestros nombres y llevarnos lejos, lejos, lejos. Allá donde las voces suenan, quizá, en medio de suspiro, o del correr del agua, o del soplar del viento, o de aquellas palabras mezcladas entre letras que son un ligero tintineo que sólo quiere ser escuchado.

El amor es tembloroso. Nos hace rechinar los labios, nos hace crujir el estómago mientras damos vueltas con la mirada buscando el mismo perfume y la misma sonrisa. Cae el lápiz, la pluma, el café o todo junto y es capaz de orquestar un lindo coro de caras rojas y miradas bajas. Sube la temperatura y todo, absolutamente todo parece desaparecer.

Los amorosos no olvidan, sólo recuerdan. Viven imaginando un mundo donde el silencio es posible y así, ellos pueden callar. Pero no es así, los recuerdos permanecen y van y vienen y descansan tranquilos bajo sus pies, acurrucándose y buscando el momento justo para salir en forma de besos, de sonrisas o abrazos.

Los amorosos no sienten: viven. Cada momento, cada día y cada minuto es la misma vida que se les escurre entre los dedos. Cada suspiro es un instante más que les acerca a los brazos del amor, o del desprecio, o del infortunio.

Los amorosos no callan: lloran. Lloran dentro de ellos mismos, o por fuera, o por todos lados, cuando descubren que les duele el corazón o cuando el amor se va lejos, o se ha ido, o regresa. Escurren sus lágrimas y en su camino se encuentran o una sonrisa o un rostro lleno de tristeza.

Durante las noches el amor se escucha arrastrándose y escurriéndose entre las ventanas y las cortinas; se desliza y entre las sábanas se desvanece. Es este, y no otro, aquel que rompe con el silencio de la noche. Y de pronto el silencio se transforma en ruidos, en rechinidos y en el agotador sonido del sudor que escurre entre los cuerpos y se pega a las paredes y a las cortinas formando sombras y siluetas que permanecen ahí para siempre.

Los amorosos, pese a todo lo que se crea, no son humanos. Son seres divinos que cantan en coro y a una voz; que se aman, que se extrañan, que se crean y se destruyen y que nunca, nunca serán silenciados.

Que tengas un hermoso y lindo día.

5 comentarios:

Alnilam ريداي dijo...

bonito, muy bonito...

Fall Asleep dijo...

Muchas gracias. :D

(Nunca he sabido donde debería responder un comentario... si en el mismo comentario o en tu blog, pero pues lo pongo aquí)

Saludos.

Gris de color dijo...

Tú siempre mejorando, me ha gustado mucho este post. Espero estés bien, saludos

Fall Asleep dijo...

Que bien que te gustó. También espero que estés bien. :) Muchos saludos.

Anónimo dijo...

Tienes la horrible costumbre de hacerme llorar.